Un discípulo aventajado, hoy día dominocista de primer nivel, me escribe así:

“ Hola Ignacio,…aprovecho la oportunidad para consultarte una mano que me tocó jugar, me gustaría escuchar tu opinión y saber las razones. Salen por y juego yo, mi configuración inicial es la siguiente: , , , , , , , y jugué el , el tercer jugador castiga el 3 de una manera firme con , mi compañero con pensada previa se dobla al 6 con y el salidor con pensada previa castiga el 6 con . Yo jugué por muchas razones, me gustaría saber si esta jugada estas mal hecha, si es preferible cuadrar y bueno sus razones…”

La jugada del es más que correcta, es muy correcta. Veamos:

Para el momento de la segunda jugada del segundo jugador, la “mano” se había desarrollado así:

El primer jugador había salido con el . El segundo jugador había castigado el tres con su única ficha de ese “palo”, el . El tercer jugador había castigado la salida con el “sin pensada previa”, y el cuarto jugador había colocado el “con pensada previa”.

El salidor en su segundo movimiento había castigado el seis con el , y le correspondía el turno al segundo jugador, quien colocó el .

Para ese momento el segundo jugador tenía varias fichas que casaban con los “palos” del dominó colocado en la mesa. Tenía varios elementos del “palo” uno, el , el y el . De modo que podía castigar el uno iniciado por el salidor con cualquiera de los tres. Pero, al proceder así, estaría desaprovechando la mayoría adquirida que había obtenido en ese “palo”. Podía incluso utilizar el que en ese momento era “piedra de cuadro”. Podía “cuadrar” a uno y podía también “cuadrar” a cinco. Pero, al proceder así, demoraría injustificadamente la repetición y presencia de fichas del “palo” seis en la mesa, en el primer caso, y en el segundo, de “cuadrar” a cinco, aliviaría y ayudaría a los contrarios, entiéndase al tercer jugador, quien podría colocar sin problemas el .

De modo que ante esas consideraciones, la jugada correcta es la que hizo el segundo jugador, esto es, castigar el cinco con el .

Más aún, para ese momento el segundo jugador conocía:

A) La debilidad del tercer jugador en el “palo” seis, ya que en su primer movimiento, ante la presencia del seis, castigó la ficha de salida del compañero.

B) La fortaleza del cuarto jugador en el “palo” seis, ya que en su primer movimiento había colocado el “con pensada previa”, indicando así la tenencia de más fichas de dicho “palo”.

Es de agregar que, por lo general es recomendable y exigible que la “ficha de cuadro” sea utilizada en el momento en que lo es. En el caso que nos ocupa, el era “piedra de cuadro” para el momento de la segunda jugada del segundo jugador. Pero, vistas y analizadas las particularidades de la “mano” en cuestión, lo pertinente, por excepción, es la colocación del , tal y como lo hizo el aventajado discípulo. El, al igual que muchos otros discípulos y compañeros de dominó me han oído decir innumerables veces: seguro es superior a posible. En este caso, y en atención a lo sucedido en la “mano”, lo seguro es que la pareja integrada por el segundo y el cuarto jugador poseen todas, o casi todas las fichas del “palo” seis.

Así mismo, propios y extraños me han oído decir cualquier cantidad de veces: hay que privilegiar el desarrollo de las fichas de los “palos” altos, por aquello de que se debe capturar el máximo de puntos en las “manos” que se ganan, y entregar el mínimo en las que se pierden. Téngase presente que en el dominó no se gana por acumulación de “manos”, sino de puntos.

Por todo ello, la jugada del hecha por el segundo jugador en su segundo turno es más que correcta, muy correcta. Propia de un dominocista de alto nivel, como lo es el discípulo aludido al principio de la presente columna.