Una cosa es, que quienes me leen o me escuchan, entienden (o no entienden) las cosas que escribo o digo.

Otra cosa es, que para justificar (¿lo injustificable?) haya quienes afirmen que he escrito o dicho lo que no he escrito, ni dicho.

Como es del dominio público, una y otra vez he reiterado el peligro que significa iniciar un “palo” del cual no se tiene acompañantes. Ello se aplica, con mayor rigor, a la salida con un doble en “pelo”.

Una observación obvia nos indica que para el momento de la salida, los contrarios tienen catorce (14) fichas, el doble de fichas que el compañero-salidor, quien tiene siete (7). En consecuencia, tienen el doble de posibilidades de que los elementos faltantes del “palo” de la salida en “pelo”, estén en sus manos.

También es del dominio público, que una y otra vez he manifestado que no es lo mismo, ni se escribe igual, salir en “pelo” con un doble de las series bajas, o , que hacerlo con uno de las series altas, o .

La colocación de una ficha en “pelo” tiene un efecto determinante en la “mano” de quien la juega, esto es: crea una “falla”, es decir, crea una imposibilidad absoluta de jugar, en lo adelante, por ese “palo”.

La presencia de un doble siempre genera incomodidad, molestia, dificultad de maniobra. Es cierto, pero nunca llega a convertirse, salvo que haya sido “ahorcado”, en una imposibilidad absoluta de jugar.

De modo que, la presencia de un doble es un mal menor en relación a la presencia de una “falla”. Y entre dos males, de poder elegir, se debe elegir el menor.

Todos estos comentarios los presento y tienen que ver con la consulta que se me formulara recientemente (en vivo, en el momento en que le correspondía al salidor, colocar la ficha de salida) .

El salidor había levantado las siguientes fichas: , , , , , y .

Esto es, una “mano” de un solo doble, en “pelo” y una sola “falla” de seis. Es decir, desde el punto de vista cualitativo, una “mano” regular, y desde el punto de vista cuantitativo, una “mano” media, o intermedia, de 39 puntos.

Como se evidencia, la “mano” no tiene fuerza, no tiene mayoría en ningún “palo”. Lo que más tiene es, fichas de los “palos” cuatro, tres y dos. Tiene tres fichas de cada uno. , y ; del “palo” cuatro. , y , del “palo” tres, y , y , del “palo” dos, en el entendido que hay varias fichas comunes, el para los cuatro y los tres, el para los cuatro y los dos y el para los tres y los dos.

Adicionalmente la “mano” presenta el en “pelo”.

Las posibles fichas de salida son:
A)
B)
C)
D)

La salida con cualquiera de las fichas mixtas, como ya se señaló, carece de mayoría y deja sin resolver el inconveniente, el problema que significa el .

La salida con cualquiera de las fichas mixtas, aparte de lo antes dicho, deja en suspenso la colocación de dicho doble. Si no se utiliza el como ficha de salida, su colocación posterior queda, en buena medida, sujeta a la suerte.

Y de lo que se trata en el dominó, entre otras cosas, es de minimizar el impacto de la suerte en el juego. Así como hay que minimizar la cantidad de puntos que se entregan en las “manos” que se pierden, con mayor rigor, hay que minimizar el rol de la suerte en el juego. Entonces, ¿Por qué no cancelar el problema, de una vez, utilizando dicho doble como ficha de salida? Eso sí, dicha salida, la colocación del , debe ser hecha “con pensada previa”.

De modo que, la ficha de salida correcta, en la “mano” consultada, es el . Al proceder así se logran los siguientes objetivos:
1.- Se cancela el problema de la colocación de dicho doble.
2.- Se minimiza la participación de la suerte.
3.- Se informa al compañero sobre la debilidad que dicho “palo” representa en la “mano” del salidor.

De modo que la ficha correcta de salida es el “con pensada previa”, para informar así sobre la debilidad que dicho “palo” representa en la “mano” del salidor.