«...El Dominó por Parejas es, tal y como lo he dicho una y mil veces, un juego de conocimiento. Un juego en el cual el devenir y resultado de las cosas, es y debe ser, consecuencia de la conducta del hombre, del dominocista. El jugador no debe, bajo ningún pretexto, conformarse con ser un receptor del rumbo y efecto de las circunstancias. Por el contrario, debe, ser un verdadero actor en el escenario del juego. Debe intervenir, debe participar, de modo permanente, en todas las instancias e incidencias del mismo. Debe ser responsable, diligente y afirmativo. Manejar y dominar las fichas, y no que éstas, lo dominen. Y una forma, por demas natural y obvia, de lograr lo antes dicho, es utilizar adecuadamente los recursos, las fichas. Esto es, dar lo que se tiene. Tal conducta, constituye un medio pertinente y lógico de disponer de lo que se tiene, así como también, de informar al compañero, sobre los alcances, posibilidades y características de dichos recursos. Al jugar lo que se tiene, el compañero, en conocimiento de esa determinada realidad, podrá, en la medida de sus posibilidades, ayudar y colaborar de la mejor manera posible en el desarrollo de planes y estrategias, en la captura o descarte de la mayor cantidad de tantos en cada caso, y en la maximización, en el contexto plural del juego, de la victoria.

El criterio que aquí se comenta, parece insinuar una perogrullada, ya que nadie puede dar lo que no tiene. Sin embargo, ello no es del todo cierto. Hay dominocistas que, lejos de proceder en un sentido afirmativo, se comportan de modo diametralmente opuesto. No dan lo que tienen, no indican, no informan lo conducente, y esperan a que la divina providencia los favorezca. Permanecen escondidos, agachados, encuevados. Tal conducta condenable, ya que no sólo dejan de asumir sus obligaciones, y se mantienen pasivos, sino que delegan en el azar, en el levante, en la suerte, los resultados del juego. Y llegan incluso, en ocasiones, a proceder, en contra del propio compañero, bien de modo verbal o gestual. Esto es, reclaman y recriminan al compañero porque no jugo tal o cual piedra, cuando, en verdad, aquél no tenía fundamentación de ningún tipo para actuar de esa manera. Y al efecto debemos recordar que las jugadas que conforman una mano, son y deben constituir un todo armónico. Cada jugada tiene una causa y unos efectos que, a su vez, se constituyen en causa de otra. Si un jugador no ha dado ficha alguna de un palo, por ejemplo, si no ha jugado ninguna piedra del palo tres, mal puede su compañero, a menos que el mismo tenga mayoría de fichas de ese palo, jugar fichas del mismo. Si el dominocista deja de informar a su compañero sobre lo que tiene, éste, a menos que sea adivino o brujo, puede conocer las fichas de aquél.

El aforismo antes comentado, de que nadie puede dar lo que no tiene, constituye plataforma esencial de este criterio. Y su contenido ideólogico es válido en cualquier materia o actividad humana. Mal puede dar consejo jurídicos, quien no es abogado. Mal puede recomendar determinado tratamiento, quien no es médico. Mal puede reparar un televisor, quien no es técnico en esa materia. Hay que dar lo que se tiene. No se puede dar lo que no se tiene. En el dominó quien da lo que no tiene desnaturaliza el juego y se coloca de espaldas a la verdad...» (1)

Fuente:
(1) Zaibert, Ignacio. Conceptos y Criterios del Dominó por Parejas. Caracas 2010, pp. 103-105.